Antes de nada vamos a recordar que el pH es una escala que se utiliza para medir la acidez o alcalinidad de un producto y va de 0 a 14, siendo el 7 el pH neutro. De esta forma los productos que tengan un pH por debajo de 7 serán considerados ácidos (vinagre, limón,…) y los productos por encima de 7 serán alcalinos o básicos (lejía, amoniaco, …).
La mayoría de los productos químicos que vamos a utilizar en las limpiezas van a estar diluidos en agua, de ahí que hablemos de soluciones.
- Las soluciones ácidas, tienen propiedades típicamente desincrustantes, ideales para restos calcáreos, óxidos, etc. Dentro de ellas están también los abrillantadores o limpiadores que contengan sustancias cítricas. Pero cuidado: no se deben usar en superficies delicadas, no son aptas para algunas como el mármol o el granito.
- Las soluciones alcalinas, con un pH de 9 o superior son efectivas contra la grasa, aceites, proteínas y elementos orgánicos. Como ejemplos tenemos los limpiadores amoniacales y desengrasantes en general.
- Las soluciones neutras, con un pH que va de 6 a 8 no son peligrosos para nuestra piel. Están indicadas para superficies cristalizadas. Las más comunes son los friegasuelos, jabones de mano, multiusos y limpia cristales.
A veces pensamos que el producto que hemos usado para limpiar un tipo de mancha no es de buena calidad pero puede que no hayamos elegido el producto correcto.
En la selección de los productos de limpieza siempre debemos verificar la información que proporciona la ficha técnica y de seguridad del producto químico, especialmente en procesos de limpieza y desinfección alimentaria, inocuidad alimentaria, etc.
No solo los productos con pH ácido o alcalino producen el ataque sobre los materiales. Es conveniente, a no ser que estén especialmente recomendados, realizar pruebas de compatibilidad de los productos de limpieza con los materiales sobre los que van a emplearse.